El primer asombro que nos propone este libro es el de su escritura mágica, el de un lenguaje deslumbrante, suntuoso. Ello solo bastaría para justificarlo y absolverlo de ciertas culpas. Esta novela, que es (como casi todas las novelas de todos los tiempos) una historia de amor entre Cibila y Nicolás, claro, pero con alusiones mucho más antiguas, más hondas, que nos obligan a avanzar por este libro -lleno de referencias culturales, de polisemias que nos guían y nos extravían- con la atención con la que se debe andar por un terreno minado.
Libro erótico, a veces espléndidamente cruel, esta novela de Suleika Ibáñez puede ser uno de esos frutos prohibidos, irrenunciables, de ese jardín urdido por Bosch.